Todos conocimos cuando íbamos al colegio al típico niño que se sentaba en las últimas filas y que nunca tenía los deberes hechos. A veces reconocía que no los había hecho, y otras veces los copiaba en el último momento de alguien que sí los tuviera completados, antes de que el profesor los pidiera.
Aparte de tener algo de morro, puede que ese alumno tuviera bastante razón. Harris Cooper compatibiliza su trabajo como profesor de la Universidad de Duke con sus investigaciones en el ámbito de los deberes escolares y tareas del hogar. Y es tajante: «No hemos encontrado pruebas de que los deberes —a nivel primaria— les ayuden a los niños a tener mejor rendimiento escolar».
Los padres lo sabéis muy bien: los alumnos españoles pasan una media de 6,5 horas semanales dedicadas a los deberes frente al 4,9 por ciento de media en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Y a pesar de esto, uno de cada 10 alumnos de 15 años no alcanza el nivel de conocimiento considerado como básico por el organismo.
Sea como sea, la realidad es que, además de sus tareas profesionales y domésticas, la mayoría de los padres se ven abocados también a asumir las responsabilidades escolares de sus hijos, lo que acaba siendo bastante agotador. Así que, mientras esperamos a que se replantee el tema de los deberes de una manera más racional, ¿cómo conseguir delegar por completo los estudios?
1. No hagáis los deberes por los niños.
Sencillamente, los padres no deben asumir la responsabilidad por los estudios de su hijo, y tienen que tener muy claro que a la edad de 7 años el hábito de estudiar es mucho más fácil de desarrollar que a los 12. Por tanto, si lo hacen todo por él estarán haciendo más mal que bien. Lo correcto sería enseñar a nuestros hijos cómo preparar la mochila, apuntar en su agenda sus actividades, organizar sus deberes… y, luego, apartarnos.
Si estáis corrigiendo los ejercicios y observáis algún error, proponedle a vuestros hijos que los encuentren y los corrijan sin dárselo todo hecho. Actuando así, el niño cometerá errores… pero así es cómo desarrolla y asume su responsabilidad, haciendo que su rendimiento académico sea real y no artificial.
2. Enseñadle a vuestros hijos a estudiar.
Los padres somos importantes a la hora de enseñar a los niños cómo hacer la tarea: hay que explicarles por qué es necesario hacer las cosas con un cierto orden, y podemos detallar toda la secuencia completa de acciones en voz alta. Incluso escribir y colocar una pequeña nota sobre sus escritorios.
Después de esto, es él quien tendrá que realizar todas las acciones paso a paso hasta terminar el ejercicio por completo. Además, es positivo enseñarles a usar libros de referencia, diccionarios y enciclopedias. Se trata de un asistente mejor que Internet, ya que es más fácil encontrar información sin distraerse con cosas superfluas.
3. Organizad adecuadamente sus espacios de trabajo.
El lugar donde estudian los niños influye notoriamente en su productividad. Organizad el espacio donde puedan trabajar de tal modo que tengan suficiente iluminación, y que todo lo que necesitan esté al alcance de sus manos. Además, retirad todo aquello que no hace falta para evitar distracciones. Si se agrupan libros, cuadernos, y materiales de estudio, será más sencillo buscar y encontrar la información que necesitan. Además, si en casa hay más hermanos aseguraos de que estos no molesten ni impidan concentrarse a los estudiantes mientras hacen los deberes.
4. Enseñadles la noción del tiempo
Los niños a menudo no tienen noción del tiempo: no saben cuánto tiempo ha pasado, ni cuánto queda. Este problema se resuelve con al ayuda de un simple despertador. Lo primero es medir junto a vuestros hijos cuánto tiempo les supone realizar sus actividades diarias: ver dibujos animados, comer, arreglar la habitación, hacer la tarea de matemáticas. Así, podéis explicarles que los deberes ocuparán la misma cantidad de tiempo que, por ejemplo, un paseo con su perro.
Ponerles un despertador antes de ponerse con la tarea les preparará para el trabajo, y les ayudará a no demorar el proceso: cuanto más tiempo pasen haciendo los ejercicios, más caerá su rendimiento. El tiempo óptimo para hacerlo en la escuela secundaria no debe superar las 2 horas, y en la primaria, los 30 minutos.
5. Enseñadles a priorizar.
Para hacer más sencillo el aprendizaje, y la vida en general, enseñadles a extraer lo importante de las cosas. Por ejemplo, haciendo los deberes, es importante poder evaluar lo siguiente: primero, la cantidad de tarea, qué es lo que entienden de esta y qué no. Segundo, qué ejercicios les llevarán más tiempo y cuáles menos. Y tercero, qué tareas podrán realizar por sí mismos y en cuáles podría necesitar ayuda.
De esta manera, les será más fácil orientarse y entender qué podrían realizar por su cuenta, y qué podrían consultar posteriormente con sus padres. Además, durante las pruebas y exámenes no dedicarán todo su tiempo a la realización de una tarea, la más complicada de todas, sino que la dejarán para el final.
6. Motivadlos.
Elogiad a vuestros hijos por sus esfuerzos, y por las buenas calificaciones, y no caigáis en el error de percibirlo como algo que está dentro de la normalidad. Para los niños en la escuela primaria, se puede utilizar un tablero de motivación. En una hoja de papel, se apuntan los objetivos (“hacer la cama”, “realizar la tarea”, “tirar la basura”), y al lado el día de la semana. Por cada tarea cumplida, se gana un punto, y al final de la semana se recibe la recompensa. Por ejemplo, ir toda la familia al cine o a la piscina.
7. Enseñadles a hablar y formular las preguntas correctamente.
Todos los niños que van a primaria saben hablar, pero no todos saben cuál es la mejor manera de transmitir la información, o cómo expresar sus pensamientos. Algunos por su timidez, y otros simplemente no saben todavía cómo hacerlo correctamente.
Enseñad a vuestros hijos a expresar sus opiniones, y a dirigir sus preguntas correctamente. Explicadles cómo hablar con el maestro: los niños no deben tener miedo de realizar preguntas, ni a volver a preguntar tantas veces como sea necesario para comprender realmente el tema y poder cumplir con sus deberes.
8. Ayudadles a hacer amistades con sus compañeros de clase.
Para los niños son muy importantes las relaciones con sus compañeros de clase, algo de lo que puede llegar a depender su autoconfianza y el rendimiento académico. A menudo los niños estudian lejos de casa, y sus padres les recogen inmediatamente tras concluir las clases. Por ese motivo muchas veces los compañeros de aula no tienen tiempo para conocerse mejor y hacerse amigos. Los padres deben ayudar a sus hijos a encontrar amistades en el grupo de clase: proponer actividades juntos, invitar a sus compañeros a casa para jugar, charlar.
9. La relación con vuestros hijos es lo primero.
No os centreis solo en el progreso académico de vuestros hijos, ya que no es ni lo único ni lo más importante en la relación entre ambos. Mostrad interés y atención por sus vidas: sus aficiones, sentimientos, observaciones, deseos y amigos. Antes que un «policía» para los niños, hay que ser sus mayores «fans».
10. Recordad que las calificaciones no determinan el éxito de los niños.
El temor de los padres a las malas notas de sus hijos es, principalmente, temor por sus futuros… Sin embargo, la calificación en sí misma solo muestra la manera en la que aprendió la asignatura impartida. Las malas calificaciones no dicen nada malo de los niños, sino que simplemente revela que no tuvieron deseos de aprender la materia o no pudieron hacerlo debido a la complejidad de la misma.
Que vuestros hijos no consigan las mejores calificaciones no es ninguna condena, y entre los hombres de negocios exitosos hay muchos estudiantes de aprobado raso. Quizás es más importante que las personas sean capaces de enfrentarse a sus errores y fracasos, y mucha gente desarrolla una fuerte inmunidad hacia ellos desde su infancia. Quizás las malas notas simplemente demuestran que no tienen interés por el currículum escolar. Si este es el caso de vuestros hijos, tratad de enfocar su atención hacia aquellas asignaturas que realmente les gustan.
¿Qué os parece a vosotros?