Una soltera murciana llama «garrulo» a un valenciano en ‘First Dates’ y se lleva el zasca de su vida

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‘First Dates’ no deja de sorprender.

El amor está en el aire cada noche en Cuatro con ‘First Dates’, el programa que nos muestra las primeras citas de solteros y solteras que se atreven a conocerse en un restaurante mientras una cámara graba sus reacciones. Bajo la batuta del carismático y experto Carlos Sobera, el programa nos invita a ser testigos de las historias de amor y desamor que se viven en la era digital, donde las nuevas tecnologías han transformado la forma de relacionarnos.

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Pero ‘First Dates’ no es solo un programa para pasar el rato, sino también un programa para aprender y pensar sobre el amor y las relaciones. El programa nos muestra cómo expresarnos, cómo conquistar, cómo crear complicidad, cómo controlar los nervios, cómo ser honestos, cómo afrontar el rechazo… En resumen, cómo disfrutar de una primera cita con éxito.

Asimismo, el programa tiene un valor social al dar voz a las minorías y fomentar el respeto y la tolerancia hacia la diversidad. En ‘First Dates’ hay cabida para todos: heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales, personas con discapacidad, personas mayores, personas con hijos…

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Por supuesto, el programa también tiene su lado humorístico y nos ofrece momentos graciosos e incluso absurdos. A veces, los candidatos nos enseñan lo que no hay que hacer jamás en una cita: ser maleducados, mentir, hablar demasiado o demasiado poco, beber en exceso, ir vestidos de forma inadecuada… En esos casos, el programa se convierte en un espejo en el que nadie quiere verse reflejado.

“Garrulo de gimnasio, que pone cuernos y come arroz y pollo”.

El programa de citas ‘First Dates’ fue testigo el pasado viernes 5 de mayo de un encuentro entre dos jóvenes que parecían destinados a no congeniar. Se trata de Alejandra, una opositora de 26 años que vive en Murcia y que acudió al restaurante del amor con la ilusión de encontrar a su media naranja, y de Darío, un valenciano de Gandía de 28 años que se dedica al mundo del fitness y que se define como un hombre “cariñoso, protector, detallista y sincero”.

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Sin embargo, nada más verlo entrar por la puerta, Alejandra sintió un profundo rechazo hacia él y lo catalogó como un “garrulo de gimnasio, que pone cuernos y come arroz y pollo”. La murciana confesó que buscaba a alguien normal con quien tener una relación estable y duradera, “con valores, iniciativa, que no sea un soso, y sobre todo, que me sea fiel”. Por su parte, Darío se mostró más indulgente con su cita y la elogió como una chica “mona y amigable nada más verla”.

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A pesar del mal comienzo, la velada fue mejorando poco a poco y los dos solteros fueron descubriendo que tenían más cosas en común de lo que pensaban. Tras intercambiar opiniones sobre sus metas profesionales, sus aficiones y su forma de entender el amor, se produjo un acercamiento entre ellos y Alejandra terminó llevándose todo un zasca: su pretendiente le hizo olvidarse de los prejuicios que tenía para dejarse llevar por la química que surgió.

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El valenciano se sintió tan cómodo con su cita que le confesó algunas de sus rarezas más personales: por ejemplo, que siempre lleva un pañuelo o las llaves en el bolsillo izquierdo del pantalón porque tiene la superstición de que si no lo hace le va a ocurrir algo malo. También compartieron sus vivencias viajando a Londres con sus anteriores parejas: Darío dijo que aún mantenía el contacto con su ex y que el viaje fue muy «guay», mientras que Alejandra lo recordó como un gran trauma porque al regresar se enteró de que le estaba siendo infiel: “Le puse un mensaje y le bloqueé”.

El momento más emotivo de la noche se produjo cuando Darío le contó a Alejandra la historia de su perrita, a la que adoraba y que falleció hace unos meses. El valenciano le confesó que cada mañana, antes de salir de casa cuando se despierta, le da un besito a las cenizas de su perrita, que guarda en una urna. Esta revelación conmovió a Alejandra, que cambió su opinión sobre él y lo describió como “un cani sensible y noble”. La murciana se dio cuenta de que Darío tenía un gran corazón y que no era el típico garrulo de gimnasio que ella creía.

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Gracias a este gesto de sinceridad y ternura, los dos solteros se sintieron más unidos y decidieron darle una oportunidad al amor. Al final de la cita, ambos se dijeron que sí para tener una segunda cita, donde podrán seguir conociéndose mejor y profundizar en su relación. El programa ‘First Dates’ fue testigo de cómo dos personas que parecían incompatibles al principio acabaron encontrando el flechazo.

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