First Dates sigue siendo una caja de sorpresas.
Semana tras semana, First Dates sigue dejando sin habla a los espectadores. A pesar de ser un formato que lleva varios años en antena, sus creadores se las ingenian para encontrar a pretendientes que no dejan a nadie indiferente y que dan mucho de qué hablar. Además, afortunadamente para Cuatro, el dating show sigue teniendo una audiencia fiel y un gran seguimiento en las redes sociales.
El secreto del éxito de First Dates consiste, en parte, en que gracias al programa que sigue presentando Carlos Sobera aprendemos a ligar en la era moderna. Además, el formato hace una importante labor ayudando a visibilizar a las minorías, aprendemos los valores de la tolerancia… y, otras veces, simplemente nos muestran lo que bajo ningún concepto debemos hacer en una cita en absoluto.
Un buen ejemplo es lo que ocurrió durante la cita de Arturo y Esmeralda. Se ha dicho por mucho tiempo que los polos opuestos se atraen, que la mejor combinación es la de un par de personas con características diferentes. Esto podría llevar a pensar que esas personas se complementan y que una relación entre ellas tendría éxito. Sin embargo, es mucho más complicado que eso, como demostraron estos dos pretendientes.
Esmeralda, una soltera que acudía a First Dates con la esperanza de encontrar el amor, no pudo evitar sentirse desilusionada y abrumada durante su cita con Arturo. Él es un soltero de 48 años que parece vivir en otra época, pues sus valores son más que anticuados. A pesar de ello, no dudó en compartirlos abiertamente con ella, lo que provocó que la joven casi saliera corriendo antes de que terminara la cita.
«Lo de anticuado no te lo compro».
Desde que Arturo decidió participar en First Dates, estaba decidido a no pasar más tiempo solo. Se había separado hace poco tiempo, pero estaba dispuesto a comenzar de nuevo y encontrar una relación que pudiera ser duradera. Estaba decidido a no pasar más tiempo solo y a dar el salto para encontrar el amor verdadero.
Esmeralda, una mujer de 43 años de origen colombiano, fue la última persona que él esperaba encontrar en su búsqueda de amor. Ella, residente en Madrid, le pareció perfecta desde el primer momento. Sin embargo, la cita reveló que las ideas sobre la vida en pareja de ella eran completamente opuestas a las de él. Esto fue una desagradable sorpresa para el hombre, que no había previsto un resultado tan diferente a lo que esperaba.
Esmeralda y Antonio demostraron ser completamente diferentes desde el principio. Antonio veía la vida en pareja como algo común y creía que si tenía una pareja, esta debía seguirle a todas partes. «Si yo quiero hacer mi vida, para eso no tengo una pareja. Donde yo voy, mi mujer tiene que ir por delante», opinó, ante la mirada incrédula de Esmeralda.
Esta posición chocaba con la visión de Esmeralda, quien pensaba que estar con alguien no significa tener que hacer siempre todo con esa persona. Esto creó una cierta tensión entre ellos, ya que ninguno estaba dispuesto a ceder. Antonio fue visto por Esmeralda como una persona egoísta y posesiva, y aunque ambos trataban de entenderse, no lograban encontrar un punto medio.
El momento más tenso llegó en la decisión final, cuando Esmeralda le dijo a la cara a Arturo que le consideraba un «anticuado». Este adjetivo no le gustó nada al pretendiente, que se puso inmediatamente a la defensiva. «Lo de anticuado no te lo compro», le espetó, «He estado 15 años en pareja, tengo una hija de ocho años y cuando viene una hija al mundo, cambia el chip. Somos dos mentes diferentes», dijo antes de marcharse enfadado.