Raúl, exconcursante de ‘La isla de las tentaciones’, destapa lo que realmente se cobra en el reality
Fama, exposición mediática y promesas de éxito en redes sociales. Así es como muchos visualizan la experiencia de participar en uno de los realities más vistos de la televisión española: ‘La isla de las tentaciones’. Pero la realidad puede ser bastante menos glamurosa.
Así lo ha confesado Raúl, uno de los concursantes de la tercera edición del programa, durante una entrevista en el pódcast ‘Mami qué dices’, donde ha hablado sin filtros sobre su paso por el programa, las condiciones contractuales y, sobre todo, el dinero.
Un contrato de dos años… que duró seis meses
Raúl, que participó en el reality junto a su entonces pareja Claudia, ha explicado que, tras su paso por el programa en 2021, firmaron un contrato con la productora por una duración de dos años. Sin embargo, su experiencia no fue la esperada y tomó una decisión drástica: «Me piré a los seis meses», aseguró.
El motivo de su marcha no fue otro que el desencanto con el funcionamiento interno del programa y la falta de compensación económica. Según sus propias palabras: «No me interesaba cómo trabajaban, no me interesaba lo que buscaban de la gente y dije: ¿Para qué estoy aquí? No estoy ganando mucho dinero y tampoco voy a hacer lo que ellos me piden, entonces unilateralmente rescindimos contrato y fuera».
¿Cuánto se cobra realmente en ‘La isla de las tentaciones’?
Una de las grandes incógnitas alrededor de los realities televisivos siempre ha sido el dinero que reciben sus participantes. Raúl lo ha dejado claro: la cifra está muy por debajo de lo que muchos imaginarían.
Durante la entrevista, el exconcursante —que en su vida profesional es biólogo marino— desmintió que los participantes cobren más por cada cita que tienen o por su protagonismo en la pantalla. Según cuenta, el sueldo es igual para las parejas que para los tentadores.
Y aquí viene el jarro de agua fría: «Nos pagan una mierda, mil y pico pavos al mes, pero ellos te prometen que vas a trabajar después con las redes sociales». Una frase contundente que revela el verdadero modelo de negocio detrás del programa: poca inversión directa en sus protagonistas y la esperanza de que estos moneticen su fama a posteriori.
Tentadores de vacaciones y parejas al límite
Raúl también quiso remarcar la diferencia entre los roles dentro del programa. Mientras que los tentadores disfrutan de lo que él llama «unas vacaciones pagadas», las parejas enfrentan una presión mucho mayor, ya que ponen en juego sus relaciones reales frente a las cámaras.
«Los tentadores van de vacaciones», sentenció, dejando claro que el esfuerzo emocional que hacen las parejas no se ve reflejado en la retribución económica ni en el apoyo posterior por parte del programa.
Una fama cara y poco rentable
Aunque el reality se promociona como un trampolín a la fama, la experiencia de Raúl demuestra que no todos logran transformar su participación en una carrera rentable en redes o televisión. Y mientras algunos concursantes consiguen campañas de publicidad y contratos televisivos, otros, como él, prefieren cortar por lo sano.
Su testimonio sirve como recordatorio de que detrás de la imagen de lujo, playa y fiesta, los realities también tienen su cara B: contratos restrictivos, sueldos bajos y promesas que a menudo se quedan en el aire.