Un invidente se equivoca, paga por Bizum a un bar 930€ en vez de 9,30€ y el dueño se niega a devolvérselo: se lo ha gastado en esto

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Sin palabras.

Las historias que ocurren dentro de bares, restaurantes y cafeterías suelen correr como la pólvora en redes sociales. Da igual que sean anécdotas divertidas, conflictos inesperados o escenas cotidianas: estos relatos siempre encuentran un público dispuesto a opinar, compartir y debatir. Los establecimientos de hostelería, al ser espacios tan frecuentados, se convierten en escenarios perfectos para situaciones que captan la atención colectiva.

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Parte de este fenómeno tiene que ver con que todos hemos vivido —o podríamos vivir— una escena similar. Una cuenta mal cobrada, un malentendido con el camarero, un gesto amable de un desconocido… Son episodios que generan identificación inmediata. Además, el tono informal y cercano de estas historias facilita que se viralicen con rapidez, sobre todo en plataformas como X (antes Twitter), Facebook o TikTok.

En muchos casos, la popularidad de estas noticias no depende tanto de su gravedad como de la mezcla entre sorpresa y cotidianeidad. Un pequeño error en un bar puede terminar siendo tendencia nacional si el giro de los acontecimientos resulta inesperado. Y precisamente eso es lo que ha ocurrido recientemente en una localidad alicantina.

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Un error de Bizum que costó caro.

En Petrer, un hombre con discapacidad visual acudió a un bar y, tras consumir por valor de 9,30 €, decidió abonar la cuenta utilizando Bizum. Nada fuera de lo común, salvo por un detalle que lo cambió todo: al introducir la cantidad, olvidó colocar la coma y envió 930 €, cien veces más de lo previsto. Cuando se percató del error, regresó al establecimiento para solicitar que le devolvieran el dinero.

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Sin embargo, se topó con una respuesta inesperada. El propietario se negó a reintegrar la cantidad alegando que ya no disponía de ese dinero. El afectado, que había confiado en que la equivocación se subsanaría rápidamente, se encontró con una negativa tajante que complicó la situación.

Lejos de dejar el asunto en el aire, el hombre decidió acudir a la policía. Según Radio Alicante, que cita fuentes policiales, presentó una denuncia para reclamar el dinero enviado por error. A partir de ahí, el caso comenzó a tomar un rumbo judicial.

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El caso llega a los tribunales.

Las autoridades abrieron un expediente y lo remitieron al juzgado, que ha citado a ambas partes para el próximo 11 de noviembre. Mientras tanto, el hostelero ha ofrecido su propia versión de lo sucedido. Explica que el incidente tuvo lugar un jueves, justo cuando su cuenta bancaria llevaba bloqueada desde el día anterior, lo que —según él— dificultó la devolución inmediata.

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El empresario asegura que no ha rehusado devolver la suma, sino que simplemente necesitaba unos días para resolver el asunto. “No me he negado a dar el dinero, tengo el justificante. Quedé en arreglarlo, pero fue entonces cuando se personó la Policía”, declaró. Su relato apunta a un malentendido más que a una negativa deliberada, aunque la última palabra la tendrá el juez.

La audiencia prevista servirá para esclarecer si hubo mala fe o un simple problema de tiempos bancarios. De momento, el caso ha despertado gran interés en la zona y se ha convertido en un tema de conversación recurrente entre vecinos y usuarios de redes sociales.

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Un debate que trasciende el incidente.

La anécdota ha abierto un debate más amplio sobre la confianza en los pagos digitales, especialmente entre colectivos vulnerables. Lo que empezó como un simple error de dedo ha terminado exponiendo lagunas en los protocolos de devolución y en la relación entre clientes y empresarios.

En redes, muchos internautas han expresado opiniones enfrentadas: algunos apoyan al cliente por su situación de desventaja y la magnitud del error, mientras otros defienden al hostelero y su derecho a un margen razonable para solventar el problema.

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Lo cierto es que la historia ha generado un auténtico aluvión de comentarios y reacciones. Este episodio demuestra, una vez más, cómo un hecho aparentemente cotidiano puede encender debates intensos en el espacio digital y mantener a miles de personas pendientes de su desenlace.

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