Se cansa de los continuos desprecios de su cita, que se lleva el zasca de su vida en la decisión final: «Hay que saber para opinar»

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¿Qué se aprende de ligar en ‘First Dates’?

‘First Dates’ es uno de los programas más exitosos de la televisión española. Desde su estreno en 2016 en el canal Cuatro, ha logrado captar la atención de millones de espectadores que siguen cada noche las aventuras y desventuras de los solteros y solteras que acuden al restaurante del amor. Allí, bajo la atenta mirada del presentador Carlos Sobera y el equipo del programa, tienen una cita a ciegas con una persona que podría ser su media naranja o su peor pesadilla.

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El programa no solo entretiene, sino que también educa. A través de las experiencias de los participantes, se pueden observar las distintas formas de relacionarse, las ilusiones, las preferencias y las frustraciones de las personas que buscan el amor. Cada cita es un mundo, y puede ser desde cómica hasta dramática, pasando por tierna, sorprendente, incómoda o desastrosa. El programa también muestra la diversidad de la sociedad española, con personas de todas las edades, orígenes, orientaciones e intereses.

‘First Dates’ es, en definitiva, una escuela de ligoteo, tanto para los que están en el restaurante como para los que lo ven desde casa. De cada cita se pueden extraer lecciones útiles para mejorar las habilidades sociales y evitar los errores más comunes. Algunas de estas lecciones son: ser uno mismo, tener sentido del humor, respetar al otro, no juzgar por las apariencias, no mentir, no ser egoísta, no ser grosero, no ser aburrido, no ser impaciente, no ser obsesivo, no ser celoso, no ser infiel, etc.

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La accidentada cita de la que todos hablan.

Un ejemplo de cita que dio mucho que hablar fue la que tuvieron José y Coca, dos solteros madrileños que se conocieron en el programa. José, de 70 años, se presentaba como un amante de la poesía y el romanticismo. Llevaba mucho tiempo sin pareja, y esperaba encontrar a alguien con quien compartir su vida. «Hace mucho tiempo que no tengo relaciones, un par de años y eso es bastante», confesaba. Se definía como una persona muy romántica y pasional. «Tener relaciones te libera de los problemas», afirmaba.

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Su cita era Coca, de 65 años, una mujer vitalista y optimista. «Yo soy una persona positiva y quiero a mi lado gente positiva», declaraba. Nada más ver a José, Coca dejaba claro que no era su tipo. «Yo creo que de joven ha tenido que ser guapo, pero me gustan más altos y más jóvenes», opinaba.

Tras la presentación de Carlos Sobera, la pareja se sentaba a la mesa, donde empezaban a conversar sobre sus personalidades. José decía que era una persona que confiaba fácilmente en los demás. «¿Confianza de qué? Hay que conocer primero a una persona y luego darle ya la confianza», le cortaba Coca.

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«Hay que saber opinar».

Los solteros coincidían en que buscaban una relación estable y duradera, pero pronto surgían las diferencias entre ellos. Coca contaba que le encantaba su trabajo de teleoperadora y que disfrutaba ayudando a la gente. José, que había sido funcionario, admitía que trabajar nunca había sido su pasión. «Otro punto en contra. Ha trabajado de lo que es, un vago», criticaba Coca.

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La cita se complicaba aún más cuando José se autoproclamaba como una persona muy sincera. «No te veo yo demasiado sincero», le replicaba Coca. «¿Cómo puede decir eso si a mí no me conoce?», se indignaba José. «Dime de qué presumes y te diré de qué careces», le soltaba Coca.

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La velada llegaba a su fin, y era evidente que no había química ni interés entre los solteros. Ambos tenían claro que iban a decir que no en la decisión final. Sin embargo, José, que estaba cansado de los constantes reproches de Coca, le echaba en cara su actitud durante toda la cena. «Ella contradice cosas, es muy tajante», señalaba. «Eso es tener la ideas claras», respondía Coca. «Das una opinión sin saber (…) Hay que saber para opinar y para ello hay que conocer a la persona», le reprochaba José.

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