La dura prueba de Anabel Pantoja.
Anabel Pantoja, conocida por su presencia mediática y por ser sobrina de la cantante Isabel Pantoja, ha enfrentado en los últimos meses una de las experiencias más difíciles de su vida. Su hija Alma, fruto de su relación con David Rodríguez, fue ingresada en el Hospital Materno Infantil de Gran Canaria el pasado 10 de enero debido a un problema de salud que no ha trascendido públicamente.
Tras 18 días de incertidumbre y preocupación, la influencer anunció con alivio que la pequeña había recibido el alta hospitalaria y ya se encontraba en casa. En un emotivo mensaje publicado en su cuenta de Instagram, expresó su gratitud: «Acabamos de llegar a casa con nuestra pequeña, solo queríamos de verdad de corazón agradecer todo lo que hemos sentido, de vuestra parte, hacia ella. Vuestros rezos, preocupación y cariño».
Reflexión tras el miedo.
La excolaboradora de Sálvame también quiso aprovechar el momento para reflexionar sobre lo vivido y el valor de las cosas realmente importantes. «La vida te golpea con algo tan duro que, tristemente, te das cuenta de las gilipolleces por las que perdemos el tiempo o no vivimos. Lo único que importa es tener salud y vivir». Unas palabras que resonaron con sus seguidores, quienes le mostraron apoyo en redes sociales.
Con el regreso a la normalidad, Anabel compartió en sus historias de Instagram un gesto que simboliza su recuperación emocional: su tradicional desayuno en la terraza, algo que no había podido disfrutar durante la hospitalización de su hija. «Ni un millón de euros», escribió junto a la imagen, dejando claro que la felicidad no se mide en dinero, sino en momentos de paz.
Un giro inesperado.
Cuando parecía que la calma volvía a la vida de la familia, un nuevo revuelo sacudió la tranquilidad de la influencer. La Justicia ha abierto una investigación sobre Anabel Pantoja y David Rodríguez por un presunto delito de lesiones imprudentes en su hija Alma. La noticia sorprendió a todos, especialmente porque la pareja había llevado con total discreción el estado de salud de la bebé.
El Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) confirmó que el Juzgado de Instrucción número 3 de Las Palmas de Gran Canaria inició el proceso el pasado 20 de enero, tras recibir un informe del hospital en el que se alertaba de la existencia de posibles lesiones en la niña. Este informe fue respaldado posteriormente por un dictamen del Instituto de Medicina Legal de Las Palmas.
Investigación en marcha.
Ante la gravedad de las sospechas, el caso pasó a manos del juzgado especializado en violencia sobre la infancia y la adolescencia, que citó a los padres para prestar declaración en calidad de investigados y con asistencia letrada. Sin embargo, en ningún momento se ordenó su detención ni se han impuesto medidas cautelares en su contra.
El Juzgado de la capital grancanaria optó por trasladar la causa al partido judicial de San Bartolomé de Tirajana, donde supuestamente se habrían producido los hechos. Mientras tanto, la investigación sigue su curso y las actuaciones permanecen bajo reserva, sin que se haya tomado ninguna decisión sobre la tutela de la menor.
Desde que estalló la noticia, Anabel Pantoja ha optado por el silencio, exceptuando una comunicación a sus seguidores en Instagram. Ni ella ni David Rodríguez han hecho declaraciones públicas sobre la investigación, manteniendo su postura de proteger la intimidad de su hija a toda costa. La pareja ha evitado la exposición mediática, centrándose en el bienestar de Alma y en seguir las indicaciones de los profesionales médicos. Por el momento, el caso sigue abierto y son muchas las incógnitas que rodean la situación. Mientras la justicia sigue su curso, el futuro de Anabel Pantoja y su familia pende de un hilo.
Un alta médica que no significa el final del camino.
Respecto a Alma, aunque la pequeña ya ha dejado el hospital su recuperación no ha terminado. Deberá someterse a controles médicos periódicos para asegurar que todo evoluciona favorablemente. Esta preocupación ha sido expresada por quienes conocen bien lo que implica un proceso así, como Belén Esteban y Kiko Hernández.
En un reciente programa de televisión, María Patiño preguntó a Belén por qué aún pedían rezos si la niña ya estaba en casa. La colaboradora, visiblemente incómoda, respondió con prudencia: «Es que la niña… esto no sé si lo podré decir… pero tendrá que tener un seguimiento. Pero que no voy a decir nada». Respetuosa con la privacidad de la familia, dejó claro que serán los padres quienes decidan qué información compartir sobre el estado de salud de su hija.
Kiko Hernández, quien también ha vivido de cerca la angustia de tener una hija hospitalizada, explicó que un alta no significa que todo haya terminado. «Cuando pasas un proceso así largo de hospital con un niño, tiene que haber un montón de revisiones. Esto no se acaba aquí, esto no es ‘ole, ya estamos en casa y ya está’», explicó.
Optimismo y esperanza en el entorno de Anabel Pantoja.
El colaborador recordó su propia experiencia cuando su hija estuvo tres meses en la UCI: «Sí, y a la mía también le dieron el alta, pero luego tienes que hacer un montón de revisiones. Tienes que llevarla cada cierto tiempo para ver cómo va, tienes que ver cómo empiezan a gatear, cómo empiezan a hablar… todo ese proceso y ese seguimiento lo va a tener que vivir Anabel, porque ha ocurrido siendo muy pequeñita la niña. Pero vamos, como todos los niños que pasan durante mucho tiempo en un hospital cuando son muy pequeñitos».
A pesar de todo, la familia y los amigos de Anabel prefieren quedarse con lo positivo. María Patiño, por ejemplo, quiso transmitir un mensaje de esperanza recordando que muchos bebés que han estado ingresados durante meses han salido adelante. «Ya te lo dije, que los bebés son muy fuertes, pero ostras, yo creía que iba mucho más para largo, de verdad. No sé, como un mes o mes y medio, pero claro, que no soy médico y son cosas mías de mi cabeza», confesó. Con la pequeña Alma ya en casa, la tranquilidad empieza a volver a la vida de Anabel y David. Ahora, lo importante es mirar hacia adelante y seguir con el mismo espíritu de lucha que ha caracterizado a la familia durante este difícil proceso.