First Dates sigue siendo una caja de sorpresas.
Semana tras semana, ‘First Dates’ sigue dejando sin habla a los espectadores. A pesar de ser un formato que lleva varios años en antena, sus creadores se las ingenian para encontrar a pretendientes que no dejan a nadie indiferente y que dan mucho de qué hablar. Además, afortunadamente para Cuatro, el dating show sigue teniendo una audiencia fiel y un gran seguimiento en las redes sociales.
El secreto del éxito de ‘First Dates’ consiste, en parte, en que gracias al programa que sigue presentando Carlos Sobera aprendemos a ligar en la era moderna. Además, el formato hace una importante labor ayudando a visibilizar a las minorías, aprendemos los valores de la tolerancia… y, otras veces, simplemente nos muestran lo que bajo ningún concepto debemos hacer en una cita en absoluto.
¿Cómo se debe reaccionar cuando acudimos a una cita a ciegas, y nuestro pretendiente no nos entra por los ojos? Lo mejor es no hacer como María Teresa, «de edad indefinida», que llegó al plató restaurante del programa con muchas ganas de conocer al amor de su vida… y también de criticar.
«Esa camisa color ‘chochomona'».
María Teresa acudió a First Dates, el famoso programa de citas de Cuatro que presentan Carlos Sobera y Elsa Anka, con la intención de conocer a un caballero educado y culto, que estuviese a la altura de ella. Allí se topó con José Luis, un hombre de 77 años que llevaba medio siglo casado cuando decidió divorciarse. Después de unos intentos fallidos de encontrar a la mujer de sus sueños para rehacer su vida, esperaba con ilusión encontrarla en el programa de citas.
María Teresa, una vez conocida como Maite y ahora conocida como Teresa, ha sorprendido a todos con su llegada al restaurante del amor. Maite, que significa «querida» en euskera, decidió cambiarse el nombre a Teresa al llegar a Andalucía, pues considera que es el nombre más bonito del mundo. Al entrar al restaurante, Elsa Anka se quedó impresionada por la elegancia y el estilo que mostraba la mujer. Ella no se quitó ni el abrigo ni el sombrero hasta que se sentó en la mesa.
Cuando Teresa vio a José Luis con su conjunto de camisa y corbata, no pudo evitar mostrar su desagrado. No era su tipo, y eso era evidente. Según ella, el traje estaba deslavazado, como si hubiese salido de una tienda de ropa de segunda mano. La camisa de color huevo no le convencía en absoluto. A pesar de ello, Teresa, como una mujer educada, se prestó a cenar con él y darle una oportunidad. Por su parte, José Luis no pudo menos que elogiar el estilo y el aspecto físico de Teresa, aunque la camisa y la corbata no le gustaran. Pero estaba claro que entre ellos no había amor a primera vista.
Otra diferencia fue que José Luis no era un entusiasta de los viajes en avión; Teresa, por el contrario, era una amante de los viajes y las aventuras. De hecho, ha afirmado que había decidido perder su vuelo para quedarse unos días más en Madrid. Cuando José Luis ha hablado de sus viajes del Imserso, Teresa los ha rechazado, llamándolos «una auténtica catetada». Él ha escuchado sus opiniones con respeto, pero ha tenido la impresión de que Teresa se estaba comportando con un aire de superioridad, y que no eran compatibles.
En la decisión final, José Luis por fin estalló contra Teresa y declaró que la mujer tenía un ego que era más grande que ella misma, y que le sería imposible estar a la altura de sus exigencias. Por su parte, Teresa evidentemente tampoco ha querido tener una segunda cita con José Luis fuera del plató, aunque ha asegurado que sí que se tomaría algo con él como amigos.