Cuando la muerte de alguien conocido nos sacude.
Hay fallecimientos que trascienden lo personal y golpean la memoria colectiva. Personas cuya vida, aunque muchas veces olvidada, deja una huella imposible de borrar. En ocasiones, sus últimos años están envueltos en silencio, soledad y secretos familiares que solo salen a la luz cuando ya es demasiado tarde. Este es uno de esos casos, marcado por una trayectoria brillante, un final amargo y muchas preguntas sin responder.
Las vueltas que da la vida pueden ser impredecibles. En este caso, hablamos de alguien que lo tuvo todo: prestigio, reconocimiento y una carrera envidiable. Fue periodista, escritora, actriz y corresponsal de guerra, y aunque nació en Uruguay, su aportación a la cultura española fue indiscutible. Sin embargo, la enfermedad, las dificultades económicas y el abandono social la fueron arrinconando. Su nombre: Isabel Pisano.
La sombra de la enfermedad y el olvido.
El Alzheimer se convirtió en su mayor enemigo. La enfermedad deterioró progresivamente sus capacidades hasta dejarla en una situación de total dependencia. Así llegó a ingresar en un centro geriátrico de Majadahonda, donde ha pasado los últimos siete años de su vida, lejos de sus seres queridos. Este lunes 25 de agosto, a los 81 años, se confirmó su fallecimiento, y con ello emergen también los conflictos familiares que rodearon sus últimos años.
Su sobrina, Claudia Isabel Pisano, llevaba años intentando localizarla. Asegura que desconocía en qué residencia estaba internada, cuál era su estado real e incluso si podía tener contacto con ella. Lo que denuncia es grave: “fue llevada a una residencia sin el consentimiento familiar”. Sus intentos de recabar información se multiplicaron, pero el silencio institucional fue constante.
Un legado marcado por la polémica.
A pesar de su currículum impresionante, los problemas económicos la empujaron a aceptar trabajos que jamás habría imaginado. Llegó incluso a entrar en Gran Hermano VIP, un movimiento inesperado para alguien que había entrevistado a líderes mundiales y narrado conflictos históricos. En su vida personal, también vivió capítulos intensos, como su matrimonio con el compositor Waldo de los Ríos y su relación con Yasir Arafat, líder de la OLP.
Pero nada de eso importó cuando, en 2018, los servicios sociales de Madrid decidieron ingresarla en la residencia de Majadahonda. Su sobrina asegura que “fue llevada a una residencia por parte de los servicios sociales de Madrid en 2018, haciendo expedientes e informes a escondidas”. Claudia afirma haber escrito cartas a la Asamblea de Madrid y a diferentes responsables políticos, sin obtener nunca una respuesta. Incluso llegó a pedir ayuda directamente a Isabel Díaz Ayuso a través de Instagram. Nunca le contestaron.
Objetos perdidos, respuestas ausentes.
La denuncia de Claudia va más allá del ingreso involuntario. Afirma que su tía “fue llevada a la residencia de Majadahonda, donde ahora ha perdido la vida, aislada y privada de todas sus pertenencias y objetos y alejándola de todo contacto humano, visitas y llamadas de su familia”. Entre lo que asegura que falta figuran “joyas, antigüedades, recuerdos de ella y su esposo Waldo, mascotas y demás propiedades”. Hoy, el paradero de estos bienes sigue siendo un misterio.
Por eso, Claudia solicitó formalmente a la Asamblea de Madrid información sobre el estado de su tía, los detalles de su ingreso y la localización de sus pertenencias. Pero la respuesta llegó demasiado tarde. Isabel Pisano falleció este lunes, tras siete años bajo el cuidado de la Comunidad de Madrid, sin poder recibir el cariño ni la compañía de su familia. Quedan el recuerdo de su trayectoria, las denuncias sin resolver y la incógnita de lo que ocurrió en la recta final de su vida.