‘First Dates’ nunca deja de sorprender.
Julio ha alcanzado la felicidad al llegar a los 60 años, viviendo justo como siempre había soñado. Después de una exitosa carrera en la banca, se jubiló a una edad temprana, lo que le ha permitido disfrutar de la vida a su manera. Cada mañana, Julio sale a caminar en ayunas, una costumbre que adoptó tras recibir una advertencia médica sobre un posible infarto.
“Me he quitado los refrescos y el azúcar, y he bajado casi 12 kilos”, comenta orgulloso. Para Julio, una cita ideal sería con una mujer empática y de pareja, pero lo que realmente le atrae es una mujer con presencia. “Que la veas venir y digas ‘ahí viene un tren de mercancías’”, añade con una sonrisa.
Bárbara, su cita, es una mujer radiante y llena de vida. “Aunque la vida me golpee, no importa, la sonrisa la tengo tatuada”, dice con una risa contagiosa. Sin embargo, al conocerla, Julio siente que, aunque no buscaba un físico específico, Bárbara no sería la persona que le haría superar la barrera de la distancia. Pese a esto, ambos brindan por la salud, el dinero y el amor, iniciando la velada con optimismo. Bárbara comparte que vive en Las Palmas, aunque en realidad es cubana y aún no conoce Lanzarote.
Una conversación reveladora.
Durante la cena, conversan sobre sus experiencias laborales y descubren que ambos disponen de todo el tiempo del mundo. Bárbara menciona que recibe una pensión por incapacidad, riendo a carcajadas cuando Julio le cuenta que su peor pesadilla es volver a trabajar en el banco y tener que cuadrar la caja. A pesar de la buena conversación y la comodidad que sienten el uno con el otro, Bárbara no encuentra en Julio la conexión física que busca para una relación amorosa.
Julio, curioso, le pregunta a Bárbara qué espera encontrar en una pareja. Ella responde que busca a alguien bonito y le desagrada que Julio no quiera convivencia, pues para ella, es fundamental para que el amor crezca. A pesar de esta diferencia, ambos disfrutan de intereses comunes como viajar, la playa y el cine. Julio confiesa que ha ganado dinero con la ONCE, y Bárbara, lejos de comportarse como una advenediza, reaccionó alegrándose por él e imaginando qué haría ella si le tocara la lotería: se dedicaría solo a disfrutar de la vida.
Diferencias insuperables.
Bárbara comparte que, tras vivir en Marbella, se enamoró de Las Palmas, un lugar que a Julio no le resulta tan atractivo. Intentando suavizar la conversación, Julio menciona que la distancia entre ellos sería un obstáculo. Aun así, mantiene su caballerosidad al pagar la cena y comportarse con elegancia.
Al final de la noche, Bárbara es honesta y le dice a Julio que no habrá una segunda cita como pareja, pero que estaría encantada de verlo nuevamente como amigos. Un gesto muy llamativo teniendo en cuenta la revelación dee que él tiene mucho dinero, y que desafió los prejuicios que se suelen crear en este tipo de situaciones.
Julio, por su parte, concuerda con ella, reiterando que la distancia es una barrera difícil de superar para él. Aunque no encontraron el amor, ambos han disfrutado de una agradable compañía y un buen rato juntos.