‘First Dates’ no deja de sorprender a los espectadores.
¿Te imaginas ir a cenar con un desconocido y que sea el amor de tu vida? ¿O que sea un auténtico desastre y no quieras volver a verlo ni en pintura? Eso es lo que les pasa a los protagonistas de ‘First Dates’, el programa de citas más exitoso de la tele, que lleva cinco años emitiéndose en Cuatro y que nos ha regalado momentos inolvidables.
Conducido por el simpático Carlos Sobera, que hace de anfitrión y de cupido, el programa nos muestra cómo son las primeras impresiones, las chispas, los nervios y las decepciones de miles de personas que se atreven a buscar el amor en el restaurante más famoso de España. Pero ‘First Dates’ no solo es entretenimiento. Es también una ventana a la realidad social de nuestro país, donde conviven personas de todo tipo y condición.
En el programa hemos visto a jóvenes y mayores, a heteros y gays, a blancos y negros, a cristianos y musulmanes, a discapacitados y no discapacitados… Todos ellos con un denominador común: el deseo de encontrar a alguien especial con quien compartir su vida. Y hemos aprendido que el amor no tiene fronteras ni barreras, y que cada uno lo vive y lo expresa a su manera. Hemos celebrado los flechazos que han surgido entre algunos comensales, y hemos lamentado los fracasos de otros.
El duro enganchón entre dos solteros.
La búsqueda del amor no siempre es fácil, y menos aún cuando se hace frente a las cámaras de un programa de televisión. Eso es lo que le pasó a Emilio, un estudiante de Valencia que se atrevió a participar en ‘First Dates’. Emilio llegó al restaurante del amor con la ilusión de encontrar a una chica que le hiciera reír, que fuera simpática y que le entrara por los ojos. Sin embargo, lo que se encontró fue a Paula, una camarera que se definió como «una princesa Disney basta» y que no paró de soltarle pullas durante toda la cita.
Paula y Emilio se saludaron con una sonrisa y se elogiaron mutuamente por su aspecto físico. Parecía que había química entre ellos, pero pronto se dieron cuenta de que no tenían nada en común. Emilio le contó a Paula que le encantaba leer y que se había leído más de 200 libros. Paula, por su parte, le confesó que ella había leído mucho antes, pero que ahora se aburría de los libros porque ya sabía cómo terminaban todos. «Yo creo que me habré leído unos 20 libros», dijo la camarera, dejando a Emilio con la boca abierta.
Emilio también le habló a Paula de su pasión por el baloncesto, un deporte que le había permitido viajar por toda España y conocer a gente maravillosa. Paula, sin embargo, no mostró ningún interés por el tema y le cortó el rollo a su cita. «Todo el rato con el baloncesto, sé que te gusta, pero no me está importando nada. Por favor, cállate la boca», soltó la camarera, cuando se quedó a solas con el equipo del programa.
Paula, por su parte, le reveló a Emilio que su sueño era ser modelo o actriz, pero que también estaría dispuesta a renunciar a él por formar una familia. «Si viene el amor de mi vida, me da igual estar en casa con mis dos hijos. Que él venga de trabajar y me dé un beso. Con eso yo ya soy feliz», explicó la camarera, mostrando una visión de la vida que no encajaba con la de Emilio. «Me parece un poco simple. Quiere que la mantengan y no buscarse ella la vida con sus propios medios», opinó el valenciano.
«La tienes pequeña».
Animados por el programa para poner algo de picante en la cita, en la recta final de la velada los solteros debatían sobre el sitio más raro donde les gustaría tener relaciones. Emilio se mostraba más cauteloso a la hora de sincerarse sobre ese tema, algo que ella se tomó de manera muy negativa. «Tiene pinta de liarse bien, de lo de ahí abajo no lo sé, pero yo creo que en la cama me aburriría», dijo ella. «Que no lo exprese en una primera cita, no quiere decir que no sepa más posturas», se quejó él cuando ella le reprochó su experiencia.
La tensa situación terminó por implosionar en la decisión final, con los solteros lanzándose todo tipo de reproches. Emilio explicó que no le había gustado todo de la cita, a lo que ella contestó que les había faltado «feeling» y que él «era un poco soso». «Pienso que la tienes hasta pequeña», llegó a decir Paula.
Pero él no se amilanó, y le respondió con unas aplaudidas frase: «Venía a buscar el amor y que te importe más el tamaño de mi pene…Solo hablabas de sexo». Tras rechazarse mutuamente, el soltero sentenciaba: «No quiero segunda cita porque es una persona simple y que no tiene aspiraciones en la vida».