“No están en venta”.
Patricia Ramírez, madre valiente y doliente, enfrenta la tragedia con una determinación inquebrantable. Su hijo, Gabriel Cruz, cuya vida fue truncada en Almería por la mano de la expareja de su padre, se ha convertido en un símbolo de lucha y justicia. La madre afligida, en un acto de coraje, ha convocado una concentración para el próximo sábado 11 de mayo, una llamada urgente a la buena gente para evitar que se lucren con la muerte de su pequeño.
El Patio de Luces de la Diputación de Almería, el mismo lugar donde Patricia despidió y veló a su hijo, será el escenario de esta manifestación. Allí, rodeada del calor humano de quienes ayudaron a recuperar el cuerpo de Gabriel y aseguraron que su asesina no causara más daño, Patricia alzará su voz. El comunicado, difundido a través de YouTube, es un grito desgarrador que busca justicia y protección para la memoria de su hijo.
El mensaje de una madre doliente.
En un gesto de humildad, Patricia pide disculpas por el dolor que estas convocatorias puedan causar a quienes aman a su familia. Pero su determinación es inquebrantable. La concentración, programada para las 19:30 horas, se llevará a cabo en la emblemática ‘Ballena de Gabriel’, bajo el lema “Nuestros peces no están en venta”. Es un llamado a la conciencia colectiva, una advertencia contra la explotación de la tragedia.
Desde el inicio de esta pesadilla, Patricia y su familia han rechazado el protagonismo. Han declinado ofertas para documentales y series sobre la muerte de Gabriel. Sin embargo, en este momento, irregularidades y oportunismos manchan la memoria de su hijo. Personas que intentan lucrarse, ignorando el dolor y saltándose las normas. Patricia no se rinde. Cree en el derecho de los ciudadanos a conocer la verdad, a juzgar si la situación es injusta para su familia y otras víctimas. ¿Deberíamos permitir esto en una sociedad que merezca la pena vivirse?
La lucha de Patricia no es solitaria. Invoca a quienes escuchen su llamado a unirse una vez más. Juntos, pueden darle un giro a esta tragedia, construir un futuro más transitable y esperanzador. Pero advierte: si no actuamos, lo que se avecina será difícil de soportar. Patricia Ramírez, madre coraje, nos desafía a no olvidar a Gabriel, a no permitir que su memoria sea mancillada. En su voz, en su lucha, encontramos la fuerza para exigir justicia y cambiar el rumbo de una sociedad que debe valorar cada vida perdida.