Todos en vilo por la desaparición de un niño de dos años y medio.
La pequeña aldea de Le Haute-Vernet, en el departamento de los Alpes de Alta Provenza, se ha convertido en el escenario de una angustiosa búsqueda que mantiene en alerta a todo el país. Un niño de dos años y medio, llamado Émile, desapareció el pasado sábado por la tarde cuando se encontraba en el jardín de la casa de sus abuelos, donde pasaba unos días de vacaciones. Desde entonces, centenares de efectivos y voluntarios rastrean sin descanso la zona, que presenta una orografía muy complicada, con espesos bosques, ríos y vegetación muy alta.
El caso ha conmocionado a la opinión pública francesa, que sigue con atención las novedades sobre la investigación y las labores de búsqueda. La desaparición del pequeño se produce a pocos días de la fiesta nacional del 14 de julio y aún bajo el impacto de los recientes disturbios sociales que han sacudido varias ciudades del país. El presidente Emmanuel Macron ha expresado su solidaridad con la familia del niño y ha pedido a las autoridades que hagan todo lo posible para encontrarlo.
La cronología de los hechos es confusa. Según el relato de los abuelos, ellos estaban preparando el coche para realizar una breve excursión vespertina con Émile. El pequeño estaba al parecer en el jardín de la casa, un lugar seguro y cercado. Por razones que se desconocen, Émile se marchó solo. Dos testigos afirman haberlo visto bajando por la calle. No le dieron importancia ni lanzaron la alerta porque el lugar es tan apacible que las criaturas, incluso las más pequeñas, juegan y corretean en el exterior de las casas sin demasiada supervisión adulta.
Buscan en el entorno de la apacible aldea.
La llamada a la policía se produjo a las 17.15 horas y desde entonces la búsqueda ha resultado infructuosa. La fiscalía de Digne-les-Bains asumió el caso y colgó en las redes sociales una foto del niño, su descripción física y un número de teléfono de contacto. Émile mide 90 centímetros, tiene el cabello rubio y los ojos marrones. Llevaba una camiseta amarilla y unos pantalones cortos blancos con una inscripción verde. Calzaba unas deportivas.
Los investigadores no descartan ni privilegian ninguna hipótesis, incluida la criminal, aunque, por las circunstancias que han trascendido, no existe a priori ningún indicio de que el pequeño hubiera sido raptado o fuera víctima de violencia. Todos los vecinos se conocen. El fiscal Rémy Avon confirmó este lunes por la tarde, en rueda de prensa, que no han hallado por el momento elemento alguno de acción criminal y, por tanto, no hay ninguna persona sospechoso interrogada.
Las primeras 48 horas suponen el periodo crítico para estos casos, pues a partir de entonces se considera que las posibilidades de sobrevivir para un niño de esa edad y en ese entorno caen en picado. La búsqueda se centró en un radio de cinco kilómetros, dando por hecho que Émile no pudo alejarse más. Los voluntarios y la policía, alineados a cuatro o cinco metros de distancia entre ellos, peinaron campos y bosques. La policía también registró a fondo las casas, con el permiso de los vecinos, para descartar la posibilidad de que Émile se hubiera escondido en una de ellas o hubiera sufrido un accidente. No se ha activado, por ahora, el dispositivo previsto cuando existe sospecha de rapto o de delito pedófilo. Se requiere, para ello, que exista algún indicio del delito.
Las temperaturas han sido muy alta durante el día en esta zona de los Alpes, casi cercanas a los cuarenta grados, pero descienden mucho por la noche. Son factores que inquietan porque reducen las posibilidades de encontrar al pequeño con vida en caso de haber sufrido alguna caída y quedar atrapado entre la maleza. El prefecto del departamento, Marc Chappuis, indicó que, a partir de hoy martes, dejarán de efectuarse peinados y se procederá a “una búsqueda más selectiva” con medios especializados. Chappuis cifró en ochocientas las personas, entre policías, bomberos y voluntarios, que han participado en el rastreo, y destacó la “gran solidaridad” que se está viviendo. Chappuis ha hablado con la familia del pequeño, la cual, según sus propias palabras, “está hundida”.
Este martes se ha sabido que desde altavoces llevados por los equipos de búsqueda, y también desde el helicóptero, se emitía a gran volumen un mensaje grabado por la madre del niño, con la esperanza de que, si estaba escondido o atrapado, lo oyera y reaccionara. La policía está tomando también declaración a habitantes del pueblo para explorar pistas, en alguna otra dirección, y descartar hipótesis.
Esta región de los Alpes se vio sacudida, en marzo del 2015, por el drama del avión de la compañía alemana Germanwings que se estrelló muy cerca de allí. El copiloto del aparato, Andreas Lubitz, tuvo un arrebato, se encerró en la cabina cuando el piloto había salido y precipitó el Airbus A320, con 150 personas a bordo, contra la montaña. El avión había despegado de Barcelona y se dirigía a Düsseldorf.
En declaraciones a Le Parisien, el alcalde de Le Vernet, François Balique, se mostró muy preocupado. “Es una carrera contrarreloj”, dijo. Balique indicó que la familia de Émile vive en Marsella pero pasa las vacaciones en esta aldea de los Alpes desde hace unos veinte años y no ha llamado nunca la atención por un problema particular. “Normalmente un niño no puede ir muy lejos –prosiguió el alcalde, con escepticismo–. Incluso si es de una familia de excursionistas y puede andar mejor que la media de los niños de su edad, no puede haber ido a ningún sitio donde no se le pueda encontrar”. Balique aludió al accidente de Germanwings. “Es un drama total para el pueblo –concluyó–. En el 2015 se estrelló el avión del Germanwings. Ese dolor pasó y forma parte de la memoria. Estos dos días de búsqueda de Émile nos han vuelto a sumergir en la tragedia”.