La aplaudida respuesta del dueño de un bar a una reseña con una lista de las cosas que vio mal: “Le hace falta volver al colegio”

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Críticas virales. Por qué nos encantan las reseñas extremas.

Los artículos que recogen experiencias positivas o negativas en restaurantes se viralizan con facilidad. Tal vez se deba a que todos comemos fuera de casa de vez en cuando y nos sentimos con derecho a juzgar el servicio. Pero también está el factor espectáculo: cuanto más excesiva o dramática es la crítica, más atención capta. Ver una reseña descarnada es casi tan adictivo como un reality show: indignación y risas garantizadas.

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Durante la pandemia de Covid-19, debido a la sobreinformación en varios espacios se acuñó el término “todólogo”. Es un concepto con un toque de desprecio que alude a las personas que opinan y saben de todo. Lejos de desaparecer, este perfil de opinólogo se ha instalado en las redes sociales como un experto improvisado en todo: política, medicina y, por supuesto, hostelería.

La pandemia pasó, pero los “todólogos” no desaparecieron. Las redes sociales son un altavoz muy amplio para estas personas, y las reseñas de los establecimientos están llenas de gente que no duda en aconsejar a los dueños sobre cómo tienen que hacer las cosas. Es una forma moderna de ejercer el poder del cliente, pero con megáfono y sin filtro.

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De la queja al manual de instrucciones.

Eso es lo que ha sucedido en la opinión de un cliente que ha sido compartida por la cuenta de Twitter de @soycamarero. La persona no dudó en hacer una lista con varios puntos con los que supuestamente mejoraría todo en el bar. Lo que parecía una crítica terminó convirtiéndose en un manifiesto sobre cómo llevar un local, sin que nadie lo pidiera.

Esa sucesión de consejos tiene cosas como la cantidad de hielos que hay que poner en un vaso cuando se pide un refresco, cómo deberían limpiarse las mesas, etcétera. Todo con una ortografía bastante cuestionable. Es decir, no solo opinó, sino que lo hizo con una forma y un fondo que provocaron aún más debate que el contenido en sí.

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Los dueños del bar no se han quedado callados, y han respondido punto por punto a la lista del cliente indignado. Al final, acaba con una frase demoledora: “He respondido con la misma maldad que lo has hecho tú”. El intercambio se ha hecho viral, y muchos celebran la respuesta como una victoria de los trabajadores de la hostelería frente al juicio constante.

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Todos opinamos. Pero no todos somos expertos.

Este tipo de episodios no son nuevos, pero las redes les dan una visibilidad sin precedentes. Y en medio de la polémica, se abre un debate: ¿hasta qué punto una crítica es legítima y cuándo se convierte en un ataque injustificado? Las plataformas amplifican todo, pero no filtran nada: ni la mala educación ni la condescendencia.

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En definitiva, el caso no trata solo de un bar y un cliente con ínfulas. Habla de cómo creemos que todo está a nuestro servicio, y de cómo esa actitud se traduce en exigencias poco realistas. Quizás no se trata de callar al “todólogo”, pero sí de recordar que opinar no es lo mismo que tener razón.

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