
El policía nacional José Luis Cordera no pudo contenerse ante el juez y terminó confesando: había acabado con la vida de su propia madre, una anciana de 93 años que sufría un grave deterioro cognitivo.
Sin embargo, la versión que ofreció en sede judicial no encaja del todo con los primeros resultados de la autopsia. Los indicios apuntan a que las circunstancias de la muerte fueron distintas a las relatadas por el agente, cuyo caso ha sacudido profundamente a la Escuela Nacional de Policía de Ávila, donde trabajaba en el área de Seguridad. «El agente confesó en el juzgado que mató a su madre». «Dijo que la asfixió usando una cuerda». «Luego la tiró a la maleza y abandonó el cadáver», según fuentes de las Fuerzas de Seguridad. No obstante, el examen preliminar del cuerpo sugiere que la víctima pudo haber recibido un fuerte golpe en la cabeza y que su muerte podría haberse producido por hipotermia, dadas las bajas temperaturas del Puerto de la Paramera, donde fue hallada.
Un agente con dos décadas de servicio y un pasado sindical
La investigación, aún bajo secreto de sumario, apunta directamente a un policía de la escala básica con más de veinte años de experiencia, aunque desde 2019 su labor se centraba en el ámbito sindical, como secretario general provincial de Justicia Policial (Jupol) en Ávila. Las fuentes consultadas señalan que el posible móvil del crimen serían «los problemas económicos que arrastraba» el agente. De hecho, confirman que «no pagaba las mensualidades de la residencia de Mombeltrán donde estaba ingresada su madre, al menos, desde el mes de enero». La Guardia Civil habría comprobado que él mismo administraba la pensión de la mujer. «El agente disponía del dinero de la pensión».
En los últimos meses, sin embargo, ese dinero no se destinaba a los cuidados de la anciana, sino a cubrir su precaria situación financiera. «Algún mando policial sabía que tenía deudas por sus problemas con el juego, las apuestas y el alcohol, incluso se sospecha que con alguna sustancia más». Se estima que las deudas de José Luis podrían oscilar entre los 20.000 y 30.000 euros, un panorama que habría agravado sus tensiones familiares. «Ella está muy afectada psicológicamente», señalan las mismas fuentes en referencia a su esposa, una funcionaria muy apreciada en Ávila, con quien tenía dos hijos.
Un hallazgo fortuito en el Puerto de la Paramera
La confesión del agente se produjo tras la acumulación de pruebas por parte de la Guardia Civil. El cuerpo de su madre fue hallado en una zona boscosa del Puerto de la Paramera, cerca de un apeadero de la carretera N-403. “Un hombre se encontró el cadáver por casualidad y se quedó en shock porque era un espectáculo dantesco. El cuerpo de la mujer estaba semidesnudo, con una especie de camisón remangado y sin sus pañales”, relataron testigos. El hombre, que viajaba con su mujer y su suegra, se detuvo para orinar y se topó con la escena macabra.
Los hechos se remontan al fin de semana del 11 y 12 de octubre, cuando la anciana fue trasladada desde la residencia de Mombeltrán al Hospital Nuestra Señora de Sonsoles, en Ávila. Tras ser atendida, el centro geriátrico se puso en contacto con José Luis para informarle de que no asumirían el regreso de su madre debido a los impagos. A partir de entonces, debía hacerse cargo personalmente de la mujer, que requería atención constante. Según la investigación, el agente la recogió en el hospital, condujo hasta el Puerto de la Paramera y regresó solo a la ciudad. Las cámaras de tráfico confirman ese recorrido.
Una decisión fatal y un posible intento de encubrimiento
«Por la carretera que cogió se tardan dos horas de vuelta a la residencia y hay una ruta más lógica, por la que tardaría una hora», apuntan los investigadores, que creen que el agente pudo haber planeado simular una muerte accidental, haciendo creer que la anciana, desorientada, se había perdido tras escapar del hospital.
«No es descartable que en ese momento estuviera bajo los efectos de alguna sustancia», advierten las mismas fuentes. El juez deberá determinar si José Luis actuó de forma premeditada, bajo un impulso o con sus facultades alteradas. Por ahora, la hipótesis del móvil económico cobra fuerza. «Se gastó su pensión». «No podía volver a llevar a su madre a la residencia por los impagos», resumen los investigadores. La presión financiera y personal se habría vuelto insoportable.
Ingreso en prisión y deterioro mental
Tras admitir el crimen, el juez ordenó su ingreso en el Centro Penitenciario de Torredondo (Segovia), donde fue clasificado como FIES 4 —régimen reservado para miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado—, con el fin de garantizar su seguridad. Según fuentes penitenciarias, «está en una celda del módulo de ingresos» y «le han puesto un preso sombra para evitar que se suicide». Su traslado a un centro como Alcalá Meco o Estremera, especializado en internos de este perfil, parece inminente.
Mientras tanto, la sede de Jupol en Ávila permanece cerrada y se prevé la creación de una comisión gestora para retomar su actividad. En la comisaría, pocos se sorprenden de lo ocurrido. «Los que le conocían sabían cómo era». «En el Cuerpo de Policía se le permitieron una serie de cosas y crearon un monstruo», aseguran fuentes internas. Su traslado de la Unidad de Policía Judicial al área de Seguridad de la Escuela Nacional de Policía se produjo, según estas voces, tras varios episodios de pérdida de material y dinero intervenido. “Era agresivo a nivel sindical”. “Era capaz de gritar a un mando para conseguir las cosas a las bravas”.