El éxito duradero de *First Dates* y una protagonista con aspiraciones claras
First Dates continúa siendo uno de los programas más populares y longevos de la televisión española. Bajo la conducción de Carlos Sobera, el espacio lleva más de nueve años apostando por el amor a través de sus ya míticas citas a ciegas.
En la emisión del martes, una de las participantes que más llamó la atención fue Becky, una coach madrileña de 42 años con un sueño muy definido: “Quiero vivir en la costa. En Palma de Mallorca, Ibiza, Marbella o Saint-Tropez”, confesó. Tras atravesar una profunda transformación personal, Becky encontró su verdadera vocación: “Ayudo a mujeres a pasar de su lado más triste a convertirse en la mujer de sus sueños. Era una mujer muy insegura y no me sentía merecedora de tener un hombre que me tratara como una princesa”, explicó.
El perfil del hombre ideal y una cita con expectativas altas
La coach describió con precisión el tipo de pareja que buscaba: “Generoso, inteligente y que le guste cuidar de su pareja”. Pero, entre todos los requisitos, había uno que consideraba fundamental: el nivel económico. “Busco un hombre que tenga una capacidad económica amplia para poder cubrir mis gastos y los suyos cómodamente. Para que nos hagamos una idea, tendría que ganar alrededor de unos 8.000 o 10.000 euros al mes mínimo. Si quieres una mujer bonita para lucir, no puedes esperar que ella se pague todo. ¿Para qué iba a estar contigo?”, declaró sin rodeos.
El equipo del programa le organizó una cita con Rafael, un suizo de 53 años, organizador de eventos y consejero financiero, que a priori parecía cumplir con las expectativas de Becky. Sin embargo, la primera impresión no fue del todo positiva: “Para mí, un hombre que acude a una cita conmigo va vestido elegante. Y él está en vaqueros”, criticó la madrileña.

Una velada que cambió el rumbo de la cita
Pese a la decepción inicial, la conversación dentro del restaurante cambió el tono del encuentro. Al hablar de sus trabajos, Becky comenzó a interesarse más por su cita. Rafael le contó: “Tengo una conserjería de lujo en Ibiza”, a lo que ella respondió con entusiasmo: “Cuando he escuchado ‘lujo en Ibiza’, ahí me ha gustado”.
A medida que avanzaba la velada, la coach quiso dejar claras sus expectativas sobre la vida en pareja. “Yo soy coach de vida, pero en el momento en que tenga pareja, mi ritmo bajaría. Tengo mis propios ingresos, pero quiero dedicarme más a mi hogar, a acompañarte a tus viajes o a organizar eventos y fiestas”, explicó. Su acompañante no dudó en mostrarse de acuerdo: “Me encanta que la pareja se ocupe de los invitados, de la casa, de organizar”, dijo él. Becky, por su parte, añadió: “Yo quiero ser la típica señora de Estados Unidos que recibe en su casa a sus invitados”.
Planes de futuro y una conexión prometedora
Durante el tramo final de la cita, la madrileña abordó sin tapujos temas más serios como el matrimonio. “Si me caso otra vez, habría contrato prenupcial. Tendría que estipular ciertas cláusulas que me protejan de infidelidades, es decir, que yo de un divorcio saliera bien parada”, aclaró.
Finalmente, pese a las diferencias iniciales, ambos decidieron salir del restaurante de la mano, con la intención de seguir conociéndose fuera de cámaras y ver si el flechazo podía convertirse en una historia de amor real.
