Andrea ha sentido que Rubén no era la persona musculada y definida que ella merecía y, a pesar de que su interior era lo que llevaba años buscando, se ha centrado en su jersey y le ha dicho que no se cuidaba lo suficiente para ella. De hecho, había dicho a Carlos Sobera que «los feos para las feas».
Andrea no se ha dejado seducir por alguien de poco atractivo físico porque se arregla mucho, se siente segura de sí misma y exige que quien esté a su lado esté a su nivel. Trabaja como maquilladora y camarera y espera alcanzar en el futuro una vida de lujos. Carlos Sobera ha querido conocer el motivo de su soltería, a lo que ella ha contestado que es demasiado selectiva y que los que no son guapos deben estar con quienes tampoco lo sean.
Rubén, su cita, luce impresionante, pero tiene muchas metas y piensa que puede mejorar. Andrea se sintió desprevenida al verla, ya que podía tratarse de la mujer de su existencia. Él contempló una mujer de ensueño, pero ella le ha clasificado como “una persona promedio” cuando ella se ve a sí misma como “superior y no encajamos”.
Antes de tomar una decisión definitiva, Andrea se dirigió al baño para informar a su amiga sobre su encuentro. Le explicó que el muchacho era muy simpático, pero que no le gustaba su apariencia. Por otro lado, que solo habían salido a cenar. Su amiga resultó ser igual de superficial que ella y le aconsejó que le permitiera invitarla a cenar y después se despedían.
Rubén pagó la cena, y dijo que aún deseaba conocer a Andrea. Sin embargo, al enterarse que ella le había rechazado por no cuidarse y por su estilo de vestir, se impresionó. «Si yo, que voy al gimnasio cinco días a la semana, no me cuido, ¡no sé qué decir!», Exclamó. No podía creer que esas fueran las razones para rechazarle después de lo bien que había salido la cita.