España de luto: Fallece trágicamente el icónico Moncho Neira

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Trágica noticia.

La noticia de la desaparición de ciertas figuras provoca un silencio que atraviesa generaciones y sectores. Personas cuya labor ha moldeado paisajes urbanos, hábitos cotidianos y memorias compartidas, dejan un vacío difícil de llenar cuando llega su partida.

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En esos momentos, la sociedad no solo lamenta una muerte: rinde homenaje a una trayectoria. Porque hay vidas que, más allá de su entorno familiar o profesional, logran convertirse en referentes colectivos. Esas historias se entrelazan con la identidad de una ciudad, de una época, de miles de personas.

Un legado que nació en la cocina.

Este domingo ha fallecido Moncho Neira, a los 84 años, empresario visionario detrás de algunos de los espacios gastronómicos más emblemáticos de Barcelona. Su familia ha comunicado que la despedida tendrá lugar este lunes en el Tanatorio de Sant Gervasi, donde lo honrarán “con amor y tristeza”. Posteriormente, sus restos descansarán en Galicia, su tierra natal, en una ceremonia privada.

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Quienes lo conocieron de cerca coinciden en definirlo como un hombre apasionado por su oficio. Procedente de Pol (Lugo), Neira construyó su carrera sobre una premisa clara: ofrecer experiencias que hicieran felices a quienes se sentaban en sus mesas. Su entorno asegura que su equipo continuará manteniendo viva esa filosofía que convirtió sus locales en auténticos puntos de encuentro.

La huella de un restaurador irrepetible.

Su esposa, Noa, sus hijos José, Naia Rym y Elia Aurora, así como su hermano Abelino, encabezan una larga lista de familiares y amigos que hoy le dicen adiós. Para Barcelona, Neira no solo fue un empresario: fue el creador de auténticos templos culinarios. El más célebre de todos, Botafumeiro, abrió sus puertas en 1975 y se convirtió en referencia obligada para locales, viajeros y personalidades de todo tipo.

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Bajo el paraguas de su grupo empresarial, impulsó más de una decena de locales que marcaron diferentes generaciones. Desde el elegante Europa Café, en plena Diagonal, hasta el vibrante Patrón, epicentro de las tardes barcelonesas para el público joven, supo leer los tiempos y adaptarse sin perder esencia.

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Una visión gastronómica que perdura.

Neira también exploró nuevas tendencias. Apostó por la cocina saludable con los Wynwood Café, con tres sedes en la ciudad, y llevó la experiencia marina a un público más amplio con Marina Bay, ubicada junto al Hotel Arts. Además, incursionó en el cátering de gran formato, colaborando con instituciones y empresas que confiaron en su sello.

Su muerte deja una ausencia profunda, pero también una herencia que seguirá latiendo en cada rincón de la ciudad donde dejó su impronta. La Barcelona gastronómica no se entendería sin su figura, y su luz, como recuerdan sus allegados, permanecerá viva en cada brindis, cada plato y cada recuerdo compartido en sus restaurantes.

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