«Macarra»: Cayetano Martínez de Irujo pierde los papeles y se pelea en su propia boda ante todos los invitados

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Un duque entre luces y sombras.

Cayetano Martínez de Irujo es una de las figuras más singulares de la aristocracia española contemporánea. Hijo de la inolvidable duquesa de Alba, ha crecido rodeado de títulos, tradición y exposición pública. Su carácter, marcado por la franqueza y una intensa vida personal, le ha convertido en protagonista habitual de titulares tanto sociales como mediáticos.

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A lo largo de su trayectoria ha alternado la discreción con momentos de máxima visibilidad, ya sea por sus declaraciones sin filtros, sus negocios vinculados al mundo ecuestre o sus apariciones en programas de televisión. Su relación con los medios ha sido siempre compleja: aunque no rehúye completamente la atención pública, mantiene una sensibilidad especial ante lo que considera invasiones de su intimidad.

Con los años, Cayetano ha intentado forjar una imagen más serena y alejada del ruido mediático, especialmente desde que inició su relación con Bárbara Mirjan hace más de una década. Su boda, celebrada este mes en Sevilla, parecía el broche perfecto a esa etapa de estabilidad personal que tantos observadores habían destacado.

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Una boda soñada.

El sábado 4 de octubre tuvo lugar en la capital andaluza el enlace entre Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan. Después de diez años juntos, la pareja formalizó su unión en la Iglesia del Cristo de los Gitanos, rodeada de un ambiente festivo y de un público expectante. La ceremonia atrajo a numerosos curiosos y medios de comunicación, deseosos de captar cada detalle de una boda con tintes de cuento.

Los novios salieron de la iglesia para emprender su primer paseo como marido y mujer a bordo de la conocida carroza ‘duquesita’, que les conduciría hasta el lugar del banquete. Todo parecía fluir según lo previsto: caballos, flores, aplausos y flashes componían una estampa típicamente sevillana que combinaba tradición y espectáculo.

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Sin embargo, el ambiente idílico dio un giro inesperado justo en el momento en que la pareja se disponía a subir al carruaje. Lo que debía ser una imagen para el recuerdo se transformó en una escena tensa que no tardó en ocupar el centro de la conversación mediática.

Del cuento de hadas al encontronazo.

Cuando los periodistas se acercaron para preguntar cómo había transcurrido la ceremonia, el duque de Arjona respondió de manera tajante: «Ya ya, no tenemos nada que hablar con nadie. Dejarnos tranquilos hoy, un poquito de respeto. Le estoy diciendo que muchas gracias, pero que un poquito de respeto por una vez en la vida».

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Su tono serio y su visible enfado sorprendieron tanto a reporteros como a asistentes, generando un murmullo inmediato entre quienes presenciaban la escena. La cadena pública RTVE, a través del programa D Corazón, emitió en directo este momento, que rápidamente fue comentado y analizado por los colaboradores en plató.

Lejos de pasar inadvertido, el gesto del aristócrata desencadenó una ola de críticas que encendió el debate. Al día siguiente, Cayetano decidió intervenir para ofrecer su versión y tratar de aclarar lo sucedido. Pero su explicación, en lugar de apaciguar los ánimos, añadió más leña al fuego mediático.

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La versión del protagonista.

«A él lo que le cabrea, me explica, él había acotado una zona para la prensa y que derepente se habían saltado la zona. Me dice que con Marina Bernal (reportera de D Corazón) no tiene ningún problema, de hecho, ella dice que respetó el momento en el que le dijo, no quiero hablar. Pero sí que lo tiene con otra compañera de prensa», relató el periodista Javier de Hoyos, que había hablado directamente con el duque.

En sus palabras, Cayetano no ocultó su hartazgo: «Me dice, palabras literales que me he apuntado: ‘Llevo 40 años aguantando la basura. En este país se dedican a manipular, a falsear. Nos usurparon el momento. Que metan los micrófonos en la cara me parece una falta de respeto. Nos acabábamos de casar, usurpando el coche de mulas'».

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Según el presentador, el aristócrata insistió en que había delimitado un espacio para que la prensa pudiera hacer su trabajo sin interferir en un momento íntimo. Al no respetarse esa distancia, sintió que su privacidad había sido invadida de nuevo.

Una herida abierta con la prensa.

«Continúa: Yo estoy saliendo de mi boda y no tengo por qué contestarles a ustedes, que les había reservado un lugar que estaba a un par de metros y que no entendía por qué se lo habían saltado. Yo no soy familia real, no soy político, no soy ningún actor. Ustedes me usurpan la vida con micrófonos. Esto no información, es basura. Esperaba que estuvieran a una distancia y yo no tengo nada que habla porque no tengo que dar declaraciones ese día. Una imagen vale más que mil palabras. Que estaban muy felices y que con eso bastaba», añadió Javier de Hoyos sobre las declaraciones de Cayetano.

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La tensión no acabó ahí. El presentador continuó leyendo sus notas, que incluían otro fragmento cargado de reproches:
«Me pregunta que qué edad tengo yo, digo que 34 años. Y me dice que seis años antes de que usted naciese ya me estaban usurpando la vida. Han intentado desprestigiarme, tirar por tierra mi carrera. Yo me he salido de este mundo. ¿Interesa lo que hago? Lo entiendo, pero no se me respetó. Le dije que no me metiera el micrófono en la cabeza y aun así me lo metió (una reportera, en particular)». Estas afirmaciones revelaron un resentimiento acumulado durante décadas y un límite muy claro en su relación con la prensa: el espacio personal, sobre todo en momentos familiares, es sagrado para él.

Un debate encendido.

Las palabras del duque no dejaron indiferente a los colaboradores de D Corazón, que reaccionaron con dureza. «Si hablamos de cosas y las elevamos, que la usurpación ha sido la tomadura de pelo que ha hecho él muchísimas veces vendiendo su vida con detalles escabrosos que han hecho cabrear a sus hermanos. Que él gane dinero por eso, ¿eso no es usurpación?», expresó una indignada Laura Fa, dando voz a una postura muy compartida en el plató.

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La discusión se centró en el doble rasero que, según algunos tertulianos, habría mostrado Cayetano: por un lado, ha compartido aspectos íntimos de su vida en numerosas ocasiones; por otro, exige una barrera infranqueable cuando no le interesa hablar. Este choque de perspectivas reabrió un viejo debate sobre los límites entre la vida pública y privada de las figuras mediáticas, especialmente en celebraciones de interés social como la suya.

Las redes toman partido.

Como era de esperar, el episodio no tardó en viralizarse. En pocas horas, fragmentos del vídeo circularon por X, Instagram y TikTok, acompañados de comentarios que iban desde la comprensión hacia su reacción hasta críticas por su tono poco conciliador.

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Los espectadores, divididos, analizaron cada frase y cada gesto, generando un aluvión de opiniones enfrentadas que mantuvo el tema en tendencia durante todo el fin de semana. Lo que comenzó como una boda de ensueño acabó convertido en uno de los debates más comentados en redes sociales.