Indignación por lo que ha emitido la televisión de Castilla y León cuando Mañueco hablaba sobre los incendios

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Hay momentos que lo cambian todo.

Hay situaciones que no entienden de ideologías ni de rutinas: cuando ocurren, paralizan a una sociedad entera. Los grandes incendios, como los que han devastado Castilla y León en las últimas semanas, son uno de esos fenómenos que despiertan miedo, rabia y necesidad de respuestas inmediatas. Porque no es solo el fuego lo que arde, sino también la confianza en quienes deben protegernos.

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Lo que está en juego trasciende lo político. Más de 140.000 hectáreas calcinadas han dejado una herida profunda en el paisaje y en el ánimo de los ciudadanos. Y ante ese escenario, la población mira hacia arriba: espera liderazgo, responsabilidad y autocrítica.

Una comparecencia entre las llamas.

Este viernes, todas las miradas estaban puestas en Alfonso Fernández Mañueco. El presidente de la Junta de Castilla y León acudía a las Cortes para rendir cuentas por la gestión del desastre. Pero lejos de entonar algún mea culpa, optó por una defensa férrea de su operativo, pidiendo no politizar la tragedia.

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El momento era significativo: era el primero de su partido en comparecer ante un parlamento tras semanas de crisis ambiental. Otros presidentes autonómicos del PP, también afectados por incendios, han preferido aplazar su intervención o evitarla. Mañueco, en cambio, dio la cara, aunque con un discurso blindado frente a cualquier autocrítica.

Cuando la televisión apaga la noticia.

A pesar de la trascendencia del momento, la televisión pública de Castilla y León decidió mirar hacia otro lado. Mientras el presidente intervenía en directo en las Cortes, CyLTV optaba por emitir un programa taurino y anuncios de teletienda. Una decisión difícil de justificar en cualquier contexto, más aún en uno de crisis.

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Otros medios nacionales sí comprendieron la importancia del momento. Canales como El HuffPost transmitieron la comparecencia en vivo, conscientes del interés general. La televisión autonómica, sin embargo, dejó pasar una oportunidad clave de servicio público y transparencia.

Una crítica que ardió en el hemiciclo.

La ausencia mediática fue también parte del debate político. El procurador Francisco Igea denunció en la propia cámara lo que muchos ciudadanos ya comentaban indignados: que mientras se hablaba del fuego, en la televisión solo había toros. “Ese es su cortafuegos”, sentenció con ironía.

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La crítica puso en evidencia un problema estructural. CyLTV, a pesar de ser una concesión pública, está gestionada por una empresa privada que tiene obligaciones legales de interés general. Recibe financiación pública y, por tanto, debería actuar como un canal al servicio de la ciudadanía, no como una herramienta opaca.

La calle empieza a arder también.

Las consecuencias de la gestión del gobierno regional ya se sienten en las calles. En los últimos días han surgido protestas espontáneas en varias localidades afectadas por los incendios. La frustración ha prendido como yesca, y este viernes hubo una concentración frente al Parlamento.

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Los manifestantes exigen dimisiones concretas: la del consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, y la del director general del Medio Natural, José Ángel Arranz. Ambos señalados como principales responsables de una respuesta tardía e ineficaz ante la magnitud del fuego.

Cuando la rendición de cuentas no basta.

El incendio no solo arrasó montes y cultivos; también ha encendido una conversación incómoda sobre gestión pública, transparencia y responsabilidad política. Las palabras de Mañueco no bastaron para apagar ese fuego. Para muchos, la comparecencia llegó tarde y sonó hueca.

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Castilla y León necesita algo más que comparecencias defensivas y programas de toros en prime time. Necesita un gobierno que actúe con rigor, una televisión pública que informe con independencia y unos líderes que comprendan que dar explicaciones no es una opción, sino una obligación.

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