19 Internautas hablan sobre los peores huéspedes que han tenido y cada uno es peor que el anterior

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Dicen que las visitas son como el pescado, a los dos días apestan y las historias que os traemos hoy demuestran a la perfección que esto ese así, pero también es importante que recordéis una regla básica de protocolo, no hay mal huésped, hay mal anfitrión.

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Hace tiempo, nuestro compañero parece creer que la casa es un hostal porque siempre hospeda a conocidos suyos. La última chica que trajo llegó con una enorme maleta y después de un mes no sabemos si es huésped o ya pretende vivir aquí. Eso sí, parece que se ofendió cuando la incluimos para pagar la cuenta del gas.

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Creímos tener la amabilidad de alojar a unas personas cercanas en casa mientras buscaban una vivienda permanente. Lo siguiente que supe fue que empezaron a reorganizar nuestros muebles y a dictaminar cómo debíamos vivir en nuestra propia casa. Yo era pequeño, pero aun así me sentaba mal en muchos niveles.

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El hombre que contratamos para pintar nuestra casa, por alguna razón que aún desconocemos, también limpió impecablemente nuestra estufa. La dejó tan limpia que brillaba como el día en que la compramos… No limpió nada más, solo la estufa.

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6

Me robaron el cojín del sofá. Ese día había tantos invitados en mi casa, por la boda de mi hermana, que ni siquiera nos dimos cuenta de que faltaba hasta mucho más tarde.

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Un invitado intentó ocultar que no le gustaba mi espagueti a la boloñesa tirándolo a escondidas en un florero.

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8

Encontré a un invitado husmeando mi ropa y abriendo todos los cajones de mi habitación. No lo hacía porque me quisiera robar, simplemente fisgoneaba. Y hasta lo reconoció, como si fuera algo perfectamente normal. Desde entonces, nunca dejo la puerta de mi habitación abierta cuando me vienen a visitar.

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Cuando mi hermano tenía 12 años, invitó a un amigo para que se quedara a dormir. Al parecer, este niño nunca había tenido una pijamada antes, porque a las dos de la mañana se levantó asustado, llamó a sus padres para que lo recogieran y se lo llevaron en plena noche… sin avisarles a mis padres o a mi hermano. Nos despertamos asustados por la desaparición del niño. Finalmente, llamamos a los padres para admitir que habíamos perdido a su hijo y se rieron al contarnos lo que había sucedido y nos explicaron que asumieron que su hijo nos había avisado que se iría.

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Guardamos la reserva de jabón de manos, el papel higiénico y todos los productos de higiene en la habitación de huéspedes. Durante una semana, un familiar vino de visita y se instaló allí. Cuando se fue, limpiamos la habitación. Fue entonces que notamos que, literalmente, se había llevado todo lo que estaba guardado, sin decir una palabra ni despertando la menor sospecha.

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Hice una fiesta en mi casa y no tuvieron mejor idea que robarme la barra que sostenía el rollo de papel higiénico. Es extraño, porque era de bronce y hacía juego con el dispensador de rollos. Ahora tengo una barra de plástico blanca común y corriente.

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Durante un festejo navideño en mi casa, entré al garaje y encontré a dos invitadas comiéndose un pastel que me habían enviado mis padres. Era una caja sellada que estaba en la nevera, y tenía un cartel que decía: “Feliz cumpleaños. No abrir la caja hasta la fecha”. Era mi pastel de cumpleaños número 21 y ya se habían atracado 3/4 de él. Estaba muy enojado, así que las invité a retirarse.
Mis padres me llamaron el día de mi cumpleaños y me preguntaron si me había gustado el pastel, respondí que sí, que era genial porque no quería decepcionarlos, pero noté que estaban desconcertados por mi poco entusiasmo… Las chicas que se comieron mi pastel no mencionaron que en la caja mis padres habían incluido entradas para un espectáculo de Paul Simon y Bob Dylan y entradas para mi equipo de hockey favorito con excelentes asientos. Y yo no entendía por qué no me habían dado un regalo.

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Me desperté un sábado a la mañana y vi a la mamá de una de mis compañeras del equipo de animadoras en nuestra sala de estar. No llamó, no tocó la puerta, simplemente entró y se relajó en el sofá durante un par de horas con sus hijos hasta que mis padres se levantaron. Yo tenía 9 años y pensaba que era algo que los adultos hacían a veces. Tiempo después, le pregunté a mi mamá si eso era normal y ella me respondió: “No, eso fue definitivamente muy raro, nunca lo hagas”

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Estábamos en una reunión de diez o doce personas cuando el respaldo de una silla en la que estaba sentado un amigo se rompió. Está bien, era vieja y no estaba en las mejores condiciones, son cosas que pasan. Pero lo extraño fue que tomó todos los pedazos, y cuando nadie lo veía, los escondió por todos los rincones de la casa. Tomó meses encontrar todas las piezas.

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Mi propia madre trajo una mochila y robó papel higiénico de mi casa. Podrías simplemente haber preguntado, mamá… Mi esposo trabaja en una fábrica de papel higiénico, tenemos un arsenal guardado en el sótano.

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Dibujó en el sofá con marcadores pese a que le dije que no lo hiciera. Y no estoy hablando de una niña pequeña, sino de una amiga de mi edad. Por si fuera poco, no paraba de comer esa noche. Eso no suele ser un problema, no queremos que nuestros invitados pasen hambre, pero nadie estaba preparado para que esa chica se comiera 7 platos de comida; exacto, no uno, ni dos platos, sino siete.

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La chica con la que salía vino a mi casa y se quedó durante 15 años. Ahora le gusta que la llame esposa. ¿Qué se cree?

19

Mi hermana, su esposo y sus 3 hijos fueron desalojados, por lo que vivieron conmigo durante aproximadamente 2 o 3 meses. Ninguno de ellos trabajaba, y yo siendo madre soltera con dos hijos, era la única que mantenía tanto a mi familia como a la suya (de hecho, estoy segura de que ni siquiera buscaban un trabajo u otro lugar para vivir). Me fui de vacaciones a un crucero con mi mejor amiga por una semana, dejando a mis hijos con sus abuelos y a la familia de mi hermana en mi casa. Cuando regresé, se habían terminado la comida, y por si fuera poco, ella había reorganizado todos los muebles, incluso trasladó las cosas de mis hijos a la misma habitación para que sus hijas tuvieran una habitación para ellas. Además trasladó el interior de los gabinetes de la cocina, diciendo que mi organización “simplemente no tenía sentido”. Le dije que el mero hecho de pagar la hipoteca me daba derecho a organizarme con el mismísimo criterio del sombrerero loco si se me daba la gana y me fui a dormir, dejando en claro que cuando me levantara la quería a ella y a su familia fuera de la casa. Me tomó una semana entera volver a poner todo como estaba.