La influencer ha hecho un alegato en sus redes sociales al mostrar un vestido «low cost» por el que se ha gastado tres euros.
Estamos acostumbrados a que las influencers hagan de su Instagram una guía de marcas, en las que sus fans se inspiran. Las firmas etiquetadas suponen una de las principales formas de rentabilizar la audiencia que tienen en estas redes sociales.
Pero Tamara Gorro ha hecho justo lo contrario con su última publicación. En ella, ha reivindicado, más que nunca, la moda «low cost». Lo ha hecho mostrando un vestido que se ha comprado en un mercadillo, por el que supuestamente ha pagado tres euros y con el que está encantada.
«Respeto al 100% la elección de cada uno a la hora de comprar, si uno es más feliz gastándose 1.000 euros en un bolso, vestido o chaqueta, ole ella/él», quiso dejar claro a su familia virtual. Pero afirmó que esto no quita que sea compatible llevar una marca y otra cosa del mercadillo.
«Yo nunca he sido una mujer que lleve una prenda excesivamente cara, más bien porque he crecido viendo cómo mi mamá tenía que trabajar horas y horas para comprarme unas deportivas», dijo, explicando así cuál es su situación familiar.
«Mi familia trabaja infinitas horas para una basura de sueldo y prefiero ayudar antes que ir con una prenda de X dinero.»
Tal y como ha relatado en muchas ocasiones, la familia de Tamara Gorro trabaja como la mayoría de españoles: «infinitas horas para una basura de sueldo». Por eso que la mujer de Ezequiel Garay prefiere «ayudar antes que ir con una prenda de X dinero».
Así, con la premisa de que «no porque se tenga más hay que gastarlo», la influencer ha querido defender el ahorro porque «nuncas sabes lo que necesitarás el día de mañana».
Para zanjar el tema con el que abrió un debate entre sus seguidores en redes sociales, Tamara quiso transmitir que «no eres mejor por vestir de marca, pero tampoco son menos aquellos/as que lo hacen». Pero adelantándose a las posibles críticas, la Gorro quiso dejar claro que ella también ha tenido sus caprichos porque «gracias a dios me lo puedo permitir y lo hago».
Pero, como dice ella en este post, «si un vestido del mercadillo de tres euros me gusta, me lo compro y tan feliz».