Es ley de vida: todos nos convertimos en adultos, aunque no nos demos cuenta de cómo ocurre. Un día estamos viviendo al máximo y saliendo de fiesta todos los días… y al otro, la perspectiva de irte a la cama pronto en lugar de a una reunión ruidosa ya no parece tan aterradora.
Pero hacerse “viejo” no es tan malo: lo importante, es tomarlo con humor.
Y tú, ¿cómo te diste cuenta de que te habías «hecho mayor»?